La prevención de la peste equina africana es la única estrategia eficaz frente a una enfermedad que puede acabar con casi todos los caballos infectados si no han sido inmunizados.
Aunque no se transmite de animal a animal, un simple mosquito infectado puede desencadenar un brote devastador en explotaciones enteras. Por eso, tanto en zonas endémicas como en territorios libres, el control es responsabilidad de todos: propietarios, veterinarios, auxiliares y estudiantes en formación.
¿Qué es la peste equina africana y por qué hay que prevenirla?
La peste equina africana (PEA) es una enfermedad vírica muy grave, no contagiosa entre équidos, pero transmitida por mosquitos del género Culicoides. Tiene una letalidad de hasta el 95 % en caballos sin inmunidad.
La PEA afecta exclusivamente a équidos, principalmente caballos, aunque también puede impactar en mulas, burros y cebras. No se transmite de un animal a otro por contacto directo, pero sí a través de ciertos mosquitos. Eso significa que un brote puede empezar por una sola picadura y extenderse a toda una explotación si no hay protección.
Existen cuatro formas clínicas reconocidas: la pulmonar, la cardíaca, la mixta y la febril. Todas presentan síntomas inespecíficos como fiebre alta, disnea, edema en la cara o debilidad repentina. Justamente por eso es tan importante saber identificarlos y actuar con rapidez.
Aunque España está actualmente libre de la enfermedad, ha habido brotes recientes en África, Asia y Europa. En los años 80 y 90, la peste afectó al sur peninsular, lo que obligó a sacrificar animales y limitar movimientos. Esa experiencia llevó a endurecer la legislación vigente y establecer protocolos que siguen aplicándose hoy.
Por eso es tan importante prevenir, incluso cuando no hay casos detectados. En medicina veterinaria, anticiparse salva animales, tiempo y recursos. Y tú, como auxiliar, puedes jugar un papel clave en esa cadena de prevención.
¿Qué medidas se aplican en la prevención de la peste equina africana?
La prevención de la peste equina africana se basa en cinco pilares: vigilancia, control vectorial, vacunación, bioseguridad y regulación de movimientos, todos recogidos en la normativa europea y de la WOAH.
Para detectar la enfermedad a tiempo, lo primero es saber identificar los síntomas. Una fiebre superior a 40 °C sin causa aparente o un edema facial progresivo deben hacerte sospechar. El diagnóstico se confirma siempre por laboratorio, nunca solo por los signos clínicos. En caso de duda, hay que notificar inmediatamente al veterinario oficial.
El vector principal es el mosquito Culicoides. Para evitar su contacto con los caballos, se aplican medidas como la estabulación nocturna, el uso de mallas muy finas (con huecos de menos de 1,6 mm²), y la aplicación de piretroides en animales y estructuras. También es clave eliminar charcas, drenar zonas fangosas y reparar fugas para evitar criaderos.
En zonas donde la enfermedad es endémica, se permite la vacunación anual con virus vivos atenuados. En la Unión Europea, en cambio, solo puede vacunarse bajo autorización oficial, y siempre dentro de un plan de emergencia.
La bioseguridad incluye medidas como desinfectar a diario los bebederos, comederos y utensilios, usar ropa exclusiva dentro de la explotación y controlar el acceso de vehículos y personas. Todo el personal debe estar formado y saber actuar ante un caso sospechoso.
Por último, si hay movimientos de animales, deben hacerse cumpliendo cuarentenas, con transporte sellado y tratado con insecticidas. En caso de brote, se establecen zonas de protección de hasta 100 km, donde se restringe todo movimiento, incluidos los tratamientos veterinarios rutinarios.
¿Cómo puedes aplicar tú mismo estas medidas paso a paso?
Como futuro auxiliar de veterinaria, tu papel está en la detección precoz, el control diario y la ejecución rigurosa de las medidas preventivas en campo y en clínica.
Lo primero es saber qué observar. Si un caballo presenta fiebre alta, disnea aguda, debilidad o hinchazón en la cara, hay que aislarlo inmediatamente y avisar al veterinario oficial. Estas señales no siempre indican peste equina, pero sí justifican una alerta.
En tu rutina diaria, puedes aplicar medidas efectivas como cerrar las cuadras al menos dos horas antes del anochecer, mantener todas las mallas en su sitio y revisar puntos de entrada de insectos en puertas y ventanas. También debes aplicar repelentes o insecticidas si se trabaja en zonas de riesgo.
La higiene es otro frente esencial: limpiar y desinfectar todos los utensilios y equipos comunes cada día, llevar ropa exclusiva para trabajar con los caballos y controlar el acceso de vehículos y visitantes reduce las probabilidades de introducir el virus.
Además, puedes participar en tareas de control ambiental, como eliminar charcas, retirar estiércol acumulado o colaborar en campañas de vigilancia. Mantener registros sanitarios actualizados y seguir los planes de contingencia del centro también es parte de tu responsabilidad.

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