Adoro mi trabajo como auxiliar de clínica veterinaria y, en el curso de auxiliar de veterinaria, nos enseñaron a gestionar nuestras emociones. Pero hoy ha sido un día un poco especial y me ha dejado una sensación de tristeza y melancolía.
Esta mañana he llegado al trabajo y, al entrar al quirófano, me quedé petrificada. Estaba todo preparado para operar a una preciosa golden retriever de una oclusión intestinal severa. Esa es una tarea habitual en mi día a día, pero hoy era diferente. El animal era Candy, la perrita de mi amiga Vera.
Paso muchas horas en su casa o paseando con mi amiga y siempre nos acompaña Candy. Es cariñosa, graciosa y muy tierna. Verla allí, esperándome para que ayudara al veterinario a prepararla para la cirugía, me encogió el corazón.
Gracias a las opiniones de CIM Formación que me dieron otros auxiliares de veterinaria es por lo que hice su curso de auxiliar de veterinaria. Además de todo lo relacionado con mi profesión, aprendí que una de las cuestiones más importantes para un profesional es saber gestionar sus emociones.
Lo había estado consiguiendo. Llegaba a mi clínica y me desenvolvía como pez en el agua, entre catéteres, muestras de sangre, vacunas… pero hoy, casi sentía mi pulso en cada poro de mi piel.
La compasión
Una cosa es ser compasivo y otra muy distinta es dejarse dominar por la compasión. Esta segunda opción puede impedirte hacer tu trabajo eficazmente. Un auxiliar de clínica veterinaria debe ser empático, pero también tiene que guardar cierta distancia con el caso.
El dolor, la tristeza, la pena… son sentimientos que pueden embargarte. Trabajas con animales, seres vivos e inocentes. Son mimosos y divertidos y, cuando los ves malitos… es fácil dejarse llevar por la situación.
Por eso, es fundamental que el trabajo de auxiliar de veterinaria no se convierta en algo personal. Es tu trabajo, como otro cualquiera, y debes realizarlo con total confianza, fiabilidad y profesionalidad. Las vidas de esas mascotas dependen de ti.
Es cierto que, cuando tratas a animales conocidos, todo resulta más difícil. Sientes como una responsabilidad extra por saber si estás tomando las decisiones adecuadas.
La mascota enferma necesita un auxiliar de clínica veterinaria en óptimas condiciones. Es lo único que debe dominar tu cabeza. De lo contrario, las sensaciones que experimenta harán que resulte más difícil acceder a conocimientos, habilidades y a la máxima concentración que pueden ayudar al veterinario a salvar su vida.
El auxiliar de clínica veterinaria frente a sus mascotas
Aquí llega una parte de mi trabajo como auxiliar de veterinaria aún más difícil. Resulta especialmente difícil trabajar y tomar decisiones cuando estás trabajando con tus propias mascotas. Forman parte de tu familia y nunca sabes si estás haciendo todo lo que puedes por ellas o se te está pasando algo por alto. La implicación emocional es demasiado grande.
De hecho, en una ocasión en la que tuvimos que tratar a mi gatito por haber comido una sustancia que no debía, casi me da algo. Entré en pánico. No sabía qué hacer.
Lo cierto es que, en estas ocasiones, lo mejor es dejar el caso en manos de tus compañeros. Ellos podrán tomar la distancia que tú has perdido y salvar la vida de tu pequeño amigo.
Afortunadamente, sé que los miembros del equipo al que pertenezco, incluido mi veterinario, están completamente cualificados para tomar estas decisiones. Ellos también trabajan con animales y poseen mascotas. Saben lo que se siente al pasar por esta situación.
Mientras doy vueltas a la cabeza, Candy ya hace rato que está en la sala de recuperación. Al fin, todo ha terminado y ha salido estupendamente. Salgo corriendo a decirle a mi amiga que todo ha ido bien y su perrita volverá pronto a casa.
Comentarios
Publicar un comentario