Habitualmente estamos
acostumbrados a que nos hablen de la obesidad como una de las pandemias humanas
del siglo XXI pero, ¿y nuestras mascotas?¿Se ven afectadas también?
La obesidad dejó de
considerarse un problema estético a finales del siglo XX. Fue entonces cuando
se observó que dicha patología era una afección crónica con componentes tanto
genéticos como ambientales.
La obesidad es una
alteración en la composición corporal con aumento del componente graso. Dicha
definición podemos aplicarla tanto a humanos como a mascotas. Nuestros animales
de compañía se consideran obesos cuando el peso corporal excede un 10-20% del
establecido por el estándar para su raza, edad y sexo. A los humanos se nos
aplica la fórmula para hallar nuestro Índice de Masa Corporal.
Este problema afecta por
igual a humanos, gatos y perros en los países occidentales.
Dentro de la obesidad
destacaremos dos tipos:
-Primaria o esencial
-Secundaria
De la Secundaria diremos que se
debe a procesos endocrinos como el hipotiroidismo, procesos hipotalámicos y/o
iatrogénicos. Un ejemplo de estos últimos es el ampliamente documentado aumento
de peso en animales castrados quirúrgicamente.
En la Primaria encontramos:
En la Primaria encontramos:
·
Factores genéticos: por
sí solos no son suficientes pero, todos conocemos la tendencia a engordar de
razas como el Labrador o el Carlino.
·
Factores
socio-demográficos: las necesidades energéticas de un perro de edad avanzada,
son un 20% menores que las de un adulto. Del mismo modo ocurre en los humanos:
los requerimientos energéticos de un anciano no son los mismos que los de un
joven trabajador. De este modo vemos que los perros de dueños de edad avanzada
tienen mayor tendencia a engordar que los perros que aun siendo viejitos,
compartían su hogar con humanos más jóvenes y activos. ¿Paradójico, verdad?
·
Factores
obesogénicos: el tipo de dieta que seguimos tanto humanos como animales es muy
importante. Los humanos tendemos a demostrar nuestro cariño a nuestras mascotas
sobre-alimentándolos.
El detalle sobre el que más
atención podemos poner, además de la alimentación, es el ejercicio físico. La salud de nuestras mascotas, muchas veces es un
fiel reflejo de nuestros usos y costumbres, así como de nuestra propia salud.
La “sobre-humanización” de
nuestras mascotas también puede afectar de manera negativa en su peso. Este
proceso suele ocurrir al tratar de “malcriar” a una mascota, casi siempre, un
perro de raza pequeña tipo Yorkshire o Pinscher: tratan
de que no ande mucho por si se cansa, no le dan pienso porque está muy seco,
cada vez que hace una monería se le premia con comida…. Si realmente queremos
hacer a nuestra mascota feliz preocupémonos de sus necesidades reales (tipo de
pienso más palatable o adecuado, ejercicio
y periodos de descanso adecuados a su raza y edad…) y no de las que los
humanos les hemos ido creando sin base alguna.
En resumen, podríamos decir
que la obesidad de humanos y mascotas se mira frente a frente en el espejo. En
un gran número de ocasiones se demuestra que los perros obesos tienen dueños obesos,
la obesidad humana y la animal están íntimamente relacionadas. Todos los
factores enumerados en este artículo aportan su grano de arena a un mayor
conocimiento de esta patología que por su evolución lleva a dolencias como la
diabetes o la insuficiencia cardiaca, asesinos silenciosos al fin y al cabo.
Es muy importante cuidar de la alimentación de las mascotas, a veces se les da todo lo que nos sobra de las comidas, pero no todo es bueno para su salud y bienestar.
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